La presión de los mercados financieros en Estados Unidos parece haber sido un factor determinante para que el presidente Donald Trump anunciara una pausa arancelaria de 90 días y la imposición de tarifas del 10%, ambas con efecto inmediato excluyendo a China. Aunque oficialmente se argumenta que la decisión respondió al interés de más de 75 países por negociar con EE.UU. sin aplicar represalias, los hechos sugieren otro escenario.
En el caso de China, la tarifa arancelaria aumentará a 125%, también con efecto inmediato.
La realidad es que tanto la caída de Wall Street como el debilitamiento que ya venían mostrando los precios de los bonos del Tesoro, habrían encendido las alarmas sobre un posible colapso del sistema financieros estadounidense. En este contexto, la pausa de 90 días se perfila como una respuesta táctica para contener los riesgos sistémicos derivados de la inestabilidad de los mercados.
Luego del mediodía cuando se dio el anuncio de la prórroga de 90 días, los mercados se dispararon al alza, concluyendo los tres principales índices de Wall Street con ganancias promedio de 9.9%, recuperando prácticamente las pérdidas generadas entre el 3 y el 8 de este mes.
En el mercado de deuda, los rendimientos de los bonos del tesoro a plazo de 10 años cerraron al alza, de 4.29% a 4.33%, mientras que los de 2 años subieron de 3.73% a 3.91%, lo que implica que los precios se mantuvieron abajo, aunque durante el intradía se moderaron luego de alcanzar el TSY-10Y rendimiento de 4.52% y 4.04% el de TSY-2Y.
En México, el índice S&P/BMV IPC subió a 52,528 puntos al cierre con ganancia de 4.4%, en línea con el entorno global, mientras que el tipo de cambio se apreció 2.53%, de $20.81 a $20.28, mientras que el dólar medido por el índice DXY se mantuvo estable. La pausa de los aranceles podría haber generado optimismo, pero es posible que la medida haya sido interpretada de manera exagerada, sin que refleje una mejora real en las decisiones de Trump